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Catedral de jaen

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A partir de 1548 se fecha la participación de Vandelvira en la catedral de Jaén. El templo tuvo una primera fase que se proyecto en estilo gótico en la que intervinieron Pedro López y Enrique Egas, pero por no ser sólida tuvo que derribarse aunque conservándose algo del muro perimetral del testero. Este muro es plano y es el que va a convertir a esta iglesia y la va a configurar de manera definitiva con planta de salón (planta rectangular y con las bóvedas a la misma altura). Para que la construcción se llevase a efecto fue necesario derribar una torre del recinto amurallado de la ciudad que interfería en la construcción. Mientras que esta obra se efectuaba, la obra se centro en el costado sur de la cabecera, donde se encuentran la sala capitular, la sacristía y la antesacristía así como las capillas hornacinas paredañas (de pared). En la realización de esta zona consumió Valdervira la mayor parte de sus años que figuro como maestro mayor de la catedral de jiennense. Si bien es evidente que durante su maestría se trabajo en otros sectores del templo y en la edificación de algunas columnas con sus capiteles. Por todo ello, la idea general del templo, sus proporciones y características estaban ya determinadas desde el principio de los trabajos. Estos, sin embargo, no pudieron completarse hasta 3 siglos después, interviniendo en el proceso diversos arquitectos, quienes a pesar de introducir algunos cambios, como por ejemplo la ornamentación de las bóvedas, se mantuvieron en general fieles a la idea original. En conjunto, la catedral de Jaén es una obra de madurez, el resultado de una reflexión profunda y de un singular dominio de la tectónica clásica. Sus proporcionados pilares, sus amplios arcos de medio punto, la existencia de 2 capillas hornacinas por tramo, la presencia de balcones sobre estas y la luminosidad del espacio contribuyen a convertir el templo en un a de las mejores creaciones del renacimiento en Andalucía. A pesar de ello, y del aspecto de salón civil que posee, lo más interesante y ponderado de la catedral son la sala capitular y la sacristía ambas completamente edificadas por Vandelvira. Junto con el vestuario o antesacristía constituyen uno de los dos bloques que amplían el templo por la cabecera. El otro bloque simétrico se destino a sagrario y no se completó hasta el siglo XVIII por Ventura Rodríguez. Para Chueca Goitia, de las tres catedrales andaluzas del renacimiento, la de Jaén, a pesar de no ser la más conocida ni la más ponderada, y la de dimensiones más reducidas, merece justamente destacarse como la más madura y armoniosa en cuanto a estructura arquitectónica, la que produce un efecto de especialidad más majestuoso y logrado. El interior nos recuerda una lonja, o un gran salón civil, que además se ve reforzado por la presencia de los balcones sobre las capillas hornacinas. A la sala capitular se accede desde la última capilla de la nave de la epístola. La primera portada de orden dórico y el otro jónico. El edificio tiene influencia de Bramante, la pureza del lenguaje arquitectónico, la falta de elementos ornamentales y la severidad del recinto en la que se perciben ecos de Pedro Machuca lo convierten en uno de los más clásicos del renacimiento español. La sala capitular Es una magnifica estancia rítmicamente organizada por un orden de pilastras pareadas, jónicas, que guarnecen tres huecos y dejan entre si unos nichos que hermosean mucho esta sala. Es una de las obras más bramantescas de nuestra arquitectura, y en ella se percibe la influencia que tuvo Pedro Machuca sobre Vandelvira. El orden jónico utilizado es muy del gusto del arquitecto del Palacio de Carlos V y se da el caso de que las pilastras llevan talladas las estrías correspondientes. Se cubre este espacio con una bóveda de cañón, sobriamente decorada con arcos fajones y recuadros que acaban por redondear la noble impresión del clasicismo. Si sobre la sala capitular planea el espíritu que en la imponderable sacristía el genio de Vandelvira despliega magnifico sus recursos propios, sin timideses ni presiones extrañas. Acaso Machuca le había hecho ya comprender que la arquitectura se basta a si misma para provocar la emoción artística y esto redoblaría la confianza de quien era ya un arquitecto nato; pero a esta arquitectura supo hacerla resonar con tan personales acentos que en este caso de nada ni de nadie se hizo deudor. Esto lo tengo hasta el final, si te hace falta me lo pides, ahora ya voy con la catedral de Málaga.

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