"Ebook del I Concurso Wikanda"

Chaparro de la Agüilla Muerto Faraján

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El alcornoque o Chaparro de la Agüella el Muerto

Tras la conquista de Ronda por los Reyes Católicos en 1485, los alcaides de los pueblos de alrededores acudieron a esta ciudad a rendir vasallaje y aceptar las condiciones de rendición. El Havaral (Valle del Genal), se mantuvo como territorio mudéjar hasta 1501, fecha en la que los musulmanes que no se habían exiliado fueron obligados a hacerse cristianos, dándose a continuación un periodo de coexistencia entre los cristianos nuevos (musulmanes convertidos) y cristianos viejos (repobladores castellanos) hasta el año 1570 en que se decreta la expulsión definitiva de los moriscos. Tras esta fecha, la despoblación es casi total en la mayoría de los antiguos poblamientos musulmanes, debido principalmente a impuestos abusivos, crisis agrarias, epidemias, hambrunas, bandolerismo.[1]

El chaparro

Pasaron algunos años y D. Diego de Deza, Arzobispo de Sevilla en virtud de Bula Apostólica del Papa Inocencio VIII concedida, encargó al sacerdote D. Juan de Cózar, la parroquia de Chúcar ( Yúcar) con sus anejos de: Faraján, Al-Balaxtear y Júzcar [2].

En los libros de Repartimientos, le correspondió a D. Juan de Cózar la responsabilidad de la Iglesia de Yúcar, junto con las demás capillas en los anejos o diversos doblamientos; también una casa en la misma parroquia y que junto a ella existía y aún existe un nacimiento de agua. Y para su sostenimiento, unos 15 o 20 castaños, 5 fanegas de olivos, 9 fanegas de tierra de cereales y diez fanegas de encinas.

Este sacerdote día a día, desde el amanecer hasta la noche, se dedicó con todo su esfuerzo a la evangelización y conversión de los moriscos que quedaron en la zona y no se exiliaron, atendiéndolos en sus labores pastorales de catequesis, bautizos, bodas, entierros... y en la administración de sacramentos. Aun en la actualidad, se conserva el arco de medio punto y algunas dependencias en ruinas de la Iglesia de Yúcar y junto a ella, un manantial, dos enormes cipreses en donde dicen estaba situado el campo santo o cementerio.

Cuentan que a principios del siglo XVI (1502-1507) tras cinco años de hambruna, se declaró una epidemia de peste en la zona y que atacó fuertemente a la población de Yúcar, donde de las casi doscientas cabezas de familia censadas años atrás, quedaron muy mermadas, hasta el punto de despoblamiento según censo de primeros de Siglo XVI. A pesar de la cuarentena impuesta a toda la zona y en especial, al poblamiento de Yúcar, a D.Juan de Cózar Calvente se le autorizó e instó a abandonar aquella su feligresía de Yúcar, cosa a la que se negó rotundamente, alegando que no abandonaba a sus enfermos y moribundos. El, cada día ayudaba a bien morir a los infectados de la epidemia a la par que colaboraba en las tareas de enterramiento, atención y servicio a los enfermos. Como era de suponer fue inevitable el contagiarse de la peste, pero a pesar de todo un día estando ya muy enfermo, bajó a administrar los santos óleos a un moribundo que vivía en las Majaíllas junto al río Genal, relativamente cerca de su Iglesia. De regreso a la misma y debido al esfuerzo de la pendiente del terreno, paró a beber en el manantial cerca de su iglesia y allí bebiendo agua murió, quedando su cuerpo yacente y de costado junto al manantial, por lo que desde entonces se le conoce a este lugar “Agüilla el Muerto”, en recuerdo de aquel sacerdote que entregó su vida por sus enfermos moriscos.

Los moriscos conversos de Yúcar, bajo su alcaide y alfaquí Aben-Yúcar el Mayor, lo enterraron junto a un lugar que nadie ha descubierto aun. Según cuenta la leyenda, este alfaquí morisco (Aben-Yúcar), deportó a Argelia a aquellos que le acompañaron a enterrar a D. Juan de Cózar para que nadie supiera su secreto. Cuenta la leyenda que Aben-Yúcar le dijo a sus moriscos, que Alá premió a aquel sacerdote que murió contagiado por la peste y que el Profeta le dio el premio, de que cada tres generaciones el espíritu de aquel santo sacerdote se reencarnaría en un grandioso árbol en el Valle del río Genal. Dicen... que Aben-Yúcar también comentó a sus hijos y nietos que aquel gran sacerdote primero se haría un enorme castaño de siete brazos gigantescos, después una Alameda, posteriormente una gran encina, un grandioso alcornoque...y así todos los árboles que pueblan estos parajes.

Y dijo además que después de ser castaño, dar fruto y anidar a palomas y otras aves... su madera serviría para hacer tablas para la quilla de barcos que cruzarían mares y océanos, casas y palacios.... madera para hacer mesas y sillas donde sentarse los niños... Hoy tan sólo sabemos, que a unos quince metros de la casa Aguïlla el Muerto, existe un grandioso, gigante y enorme alcornoque. Como salido de un cuento de hadas. Creo que el más grande del Valle del Genal. Sus medidas aproximadas son de unos 20 metros de alto y unos siete metros de perímetro que según dicen desprende una energía muy positiva y revitalizadora. Alguien me dijo, que aquel árbol... era de raíces profundas y por ello podía elevar y extender sus ramas al cielo; que había que respetar las leyendas de nuestros antepasados y que aquel árbol representaba el “Guernica arbórea” de un pueblo, de unos habitantes, de un Valle y de un sacerdote que dio su vida en el servicio y entrega a los moriscos contagiados de peste.

Bibliografía

  1. DÍAZ MORANT, A. Los despoblados del Havaral
  2. VÁZQUEZ OTERO, D. Leyendas y Tradiciones malagueñas
  • Tradición oral, de D. Cristóbal Andrades Rubio, 1973

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