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GENÍS. LA LEYENDA DE LA PESTE Y LA CRUZ CHIQUITA

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Con respecto a esta cercana villa a Chucena, sólo comenta el Padre Jacinto los dueños anteriores que ha tenido la actual hacienda y su relación con vecinos de la colindante villa de Carrión de los Céspedes, siendo sus orígenes e historia mucho más rica. Este lugar pudo ser elegido por alguno de los taifas o califas árabes, procedentes de Granada, como sitio de descanso o asueto en unas tierras que, aunque de orografía y clima distintos, bien pudieran recordarle el plácido paraje del Genil granadino con la vegetación que en tiempos tuviera el serpenteante y humilde arroyo Alcarrayón que riega aquellos pagos. Tras la conquista cristiana, esta aldea, junto con los demás asentamientos y tierras colindantes pasaron al dominio de la Orden de los Caballeros de Calatrava. De principios del siglo XIX se conservan datos de su denominación como villa, contando con su propio Ayuntamiento y unas viviendas repartidas por los alrededores del actual cortijo. Igualmente se tiene constancia de que, en 1819, el rey Fernando VII nombró Alcalde del lugar a don Pedro Rico, Marqués de las Torres (así lo nombra Fray Jacinto, pero se trata de otro marquesado distinto, el de las Torres de Pressa), y ascendientes de los actuales propietarios de la finca. Cuenta la Hacienda de Genís con una cripta de enterramientos en sala contigua a la coqueta capilla, de los descendientes de los Marqueses de las Torres de Pressa, nombrados Grandes de España en 1850; de ellos provienen el Condado de Casa Galindo y el Señorío de Castilleja de Talhara. Y unos de los más famosos descendientes de Genís fue el General Castaños, Presidente del Consejo de Regencia entre 1810 y 1813 de la España libre de los franceses. Aunque este general falleciera en Madrid en 1852, sus restos serían trasladados ya en 1963 hasta Bailén, recibiendo sepultura en la iglesia parroquial, pero hay que recordar que parte de los ascendientes y descendientes del afamado General Castaños fueron ilustres hijos de la aldea de Genís, como puede comprobarse por los afamados apellidos existentes en la zona de enterramientos de esta Capilla: Baeza.- Condado de Cantillana, de Castromonte, Marquesado de Montemayor, Señoríos de Bailén, de Brenes, de Campos… Luna.- Señorío y Condado de Luna, Ducado de Trujillo y Pastrana, Condado de Montijo y de Peñaranda de Bracamonte... Ponce de León.- Condado de Cantillana, Casa de Ponce de León y Maroto, Marquesado de Castilleja del Campo…(militar participante en la guerra carlista) Sangrán.- Marquesado de los Ríos, de Isla Hermosa… Ríos y Amador.- Casa de Fernán Núnez. Bugarelli.- Condado de Fuenclara, de Gerena, Marquesado de Vallehermoso, Señorío de Castilleja de Talhara, (familia relacionada con los virreinatos americanos)… Castaños.- Ducado de Bailén (el ya mencionado general). El nombrar el Señorío de la desaparecida villa de Castilleja de Talhara (ruinas ubicadas entre Benacazón y Aznalcázar) no resulta gratuito, sino que al igual que ha ocurrido con Torralba y con Genís, tras su despoblamiento, hoy es una hacienda de uso agrícola y donde su cercana ermita, semi-derruida, resulta ser una de las mayores iglesias mudéjares de todo el Aljarafe, y es en la propia villa de Benacazón donde la familia Portocarrero (de los Portocarreros dueños del Condado del Niebla, incluyendo Chucena, Alcalá de la Alamada y las Siete Aldeas) construyen en el siglo XV su Casa-Palacio, que aún hoy puede visitarse en parte. Apuntar también el hecho que muy cerca de allí, entre Bollullos de la Mitación y Aznalcázar se levanta en el siglo XII la antigua ermita de Gelo, no coincidente más que en el nombre con la desaparecida aldea de El Gelo, incluida en la lista de las siete que enumera el Padre Jacinto en sus escritos, situándola cercana a Alcalá de la Alameda . Volviendo a Genís, según cuenta la tradición, esta villa fue atacada por la peste bubónica, lo que obligó a sus habitantes a abandonarla, tras quemar sus casas y refugiarse en la cercana Chucena. Salvo el testimonio de Fray Jacinto, no hay constancia escrita de ninguna peste bubónica en la zona a finales del siglo XIX, enfermedad más propia de la Edad Media, que, aunque fuese verdad que se hubiese producido por aquel entonces, (se han dado casos de peste bubónica en América a principios del siglo XX) no afectaría sólo a la aldea de Genís y provocar su apocalíptica desaparición. De lo que si tenemos datos fidedignos es de una gravísima epidemia de difteria que en febrero 1888 asolaría toda la zona, con un grado de virulencia tal que diezmaría la población chucenera, arrasaría por completo la ya de por sí escasa de Alcalá de la Alameda (hay que recordar que ese mismo año son retiradas y refundidas las campanas de la abandonada iglesia para crear la actual campana del Ayuntamiento y otra más pequeña para la desaparecida capilla del cementerio chucenero). Esta enfermedad tan letal hizo refugiarse a los últimos habitantes de las aldeas de Alcalá, Garruchena, Torralba y Genís en la, al menos más protegida, Chucena, que, aunque foco originario de la misma, contaba al menos por aquel entonces con un afamado médico rural, don Martín Cabezas Monge, (quien años más tarde sería el padre de nuestra recordada Maria Teresa Cabezas Vaz, quien se prestó a colaborar, allá por 1958, con aquellos famosos teatrillos de niñas para la restauración de la derruida iglesia de Alcalá). A mi entender, y a falta de otras pruebas, en 1888 el Padre Jacinto sólo tiene cinco años y puede que fuese testigo de cómo al pueblo llegaban otras familias portando sus escasos enseres, tras abandonar y quemar sus casas en las aldeas citadas, sobre todo, por su cercanía, la de Alcalá y la Genís, y se instalarían construyendo humildes chozas en la zona de titularidad pública conocida como el Prado Concejil, cercanos o alrededor de la conocida hasta hoy como Cruz Chiquita. Hay que recordar que existe una Cruz muy similar en Genís. Puede que de ahí provenga esa imagen que Fray Jacinto pudiera recordar de niño, pues él nació en 1883, o sea que tenía 5 años cuando fuera testigo de ese grupo de chozas alrededor de esta Cruz, y pasado el tiempo lo plasmaría en su libro dándole toda la veracidad posible. Resulta curioso como a aquella manzana de casas que se van edificando en línea con la carretera se le conozca como “El Laberinto”, ¿puede que existiera en la memoria colectiva el recuerdo de aquel laberinto de chozas y de gentes que supuso este viejo asentamiento? Del origen de la llamada Cruz Chiquita, alrededor del siglo XIII, se han dicho muchas cosas, que si en su subsuelo hay enterramientos de una cruenta batalla, que señalaba un cruce de caminos…esta segunda opción tiene muchas posibilidades, ya que antiguamente y hasta bien poco conservaba un pescante con su farolito, algo muy extendido en la cultura de la Edad Media de alumbrar de noche los cruces de caminos para ahuyentar los malos espíritus y despedir o recibir al viajero, pero la que parece más razonable es que se trate del antiguo lugar, donde se impartía justicia y se condenaba a los malhechores con pena de cárcel, muerte o destierro, por ello estaría situada a las afueras del propio pueblo de Chucena.

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