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Historia de Cazorla

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De la prehistoria a la Edad Media

El Paleolítico

Por las noticias, ciertamente no muy concretas, que tenemos, los habitantes más remotos conocidos de nuestra comarca se sitúan en el período que la Prehistoria denomina como Paleolítico Medio, hace unos 50.000 años. No se conocen restos oseos de aquellos primeros pobladores, aunque sí de los útiles de piedra que fabricaban a modo de herramientas. El lugar: Cerro de la Horca, donde --testigo de gentes y momentos históricos muy posteriores-- se hallara también la Cámara Sepulcral ibérica de Toya. Los restos a que aludimos fueron hallados por don Tomás Román Pulido a principios de este siglo, que vio en ellos indicios de industria humana de dicho periodo (concretamente el musteriense), y se depositaron en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid


El Neolítico

Próximo Oriente: 7.500-5.000 años a.C. Para la Península: entre el 4.000 y el 2.000 a C. Relatividad de estas cifras: no hay unidormidad en la difusión neolítica->algunas tribus actuales de Oceanía, de Africa o de la Selva amazónica viven en nuestros días de manera similar a como lo hicieran los europeos de hace 3.000 años.

El área de Quesada y Peal de Becerro

Las diversas cuevas y abrigos neolíticos estudiados hasta hoy, con pinturas rupestres y abundantes restos oseos, líticos y cerámica, indican que la comarca debió ser colonizada tempranamente por gentes que ya conocían los avances neolíticos. Han aparecido y han sido estudiados abundantes abrigos y restos neolíticos en el entorno de Quesada. Los mejor conocidos hasta el momento son: los de la Cueva del Encajero y el Abrigo del Cerro Vítar, Cueva de la Hiedra, Cueva Cabrera, Cueva de la Cornisa, el Retamal, Cortijo del Roto, la Dehesa de Pelos y el de Corral de Quiñones, situados en la denominada Sierra de Quesada, al S. de esta ciudad, no muy alejados casi todos ellos del eje que marca la carretera Torrepoerogil-Pozo-Alcón por el Puerto de Tíscar.

En ellas se encontraron y estudiaron pinturas rupestres de tipo esquemático y cerámica. Su ocupación por el hombre parece indicar, desde el punto de vistas cronológico y cultural, dos momentos diferentes:

  1. Eneolítico -época en que empieza a utilizarse el cobre, y en ella, como es lógico, conviven esta nueva industria metalúrgica con la de tradición lítica. Iniciada en el Próximo Oriente esta cultura se difunde por el mundo occidental hac. el 2.500 a. C. y posteriorm.).
  2. Argárico, más reciente (entre 1.700 y 1.500 a.C).

Ya en 1924, Juan de Mata Carriazo (v. su colaboración en la Historia de España dirigida por Menéndez Pidal, cap. relativo a al Edad del Bronce) excavó en el lugar conocido como "Corral de Quiñones" en el Cerro de la Magdalena (Quesada), un pequeño asentamiento en el que aparecían restos de haste tres enterramientos (de un niño y dos adultos), acompañados de ajuar funerario de cerámica y metal (tres vasos cerámicos y dos hachas, un puñal y un punzón de metal. Se relacionan sin duda con la cultura argárica tardía y podrían fecharse hacia 1.300-1.200 a. C.)

En Peal de Becerro apareció una sepultura en cueva artificial en el lugar conocido como "Haza de Trillo", cerca del camino que une Peal con la ermita de San Marcos, que contenía varios esqueletos. Fue descubierta en 1927 cuando se trabajaba en la consolidación y restauración de la Cámara sepulcral de Toya. De fecha incierta, bien pudiera alcanzar el II milenio a.C. En uno y otro caso, como en el resto del periodo prehistórico, las fechas han de entenderse con un amplio margen y tienen siempre un carácter globalmente indicativo.

El ámbito más cercano: Cazorla

Las noticias de yacimientos neolíticos próximos a Cazorla, son menos abundantes y no han proporcionado restos tan manifiestos. Al parecer en la Cueva del Sagreo (La Iruela), se encontró un hacha pulimentada que pudiera ser neolítica. Instrum,entos de este tipo, por otra parte, se han encontrado en diferentes puntos de la campiña circundante. Otra noticia se refiere al material cerámico (muy fragmentado) y al enterramiento hallados en la "Cueva de Poyomanquillo" , en las inmediaciones de la Nava de San Pedro.

Los vestigios de asentamientos neolíticos estables cercanos a nuestra ciudad de los que existen evidencias contrastadas, se sitúan, por una parte, en las terrazas inferiores del río Cerezuelo, entre la cuesta de la Pioja y la confluencia del río Cañamares, cuya antigüedad se remontaría hacia el Cobre final (= unos 2.000 años a. C.), y, por otra, en el cerro de la Bola, entre el de Salvatierra y la Loma del Bellotón, en el que algunos niveles de las estructuras y restos encontrados pudieran remontarse a la Edad del Bronce, (unos 1.500 a.C.), si bien en este caso el poblamiento del oppidum o cabezo con fines defensivos se prolonga hasta mucho más tarde.

La continuidad en los asentamientos: regla muy común en la Historia, como veremos. El camino de la difusión neolítica: desde Almería-> ríos Andarax y Almanzora= Hoyas de Baza y Guadix-> curso del Guadiana Menor-> pasillo de Pozo Alcón-> "Los Castellones de Ceal", cerca de Hinojares y==>nuestra comarca.


La romanización

Vista del Barrio de Santa María y el Castillo de la Yedra

Hay quienes remontan la fundación de Cazorla al siglo VI a.C., reconociendo en ella a una antigua Castaón. Creo que, aunque la idea es atractiva carece de fundamentación verificable. Nos parece más bien que el topónimo está relacionado con la denominación generalizada que los romanos dieron a la zona, como veremos más adelante. Sin embargo, la presencia de pueblos prerromanos bien localizados tanto histórica como etnológicamente,, está, de cualquier forma, constatada con certeza en zonas próximas: tal es el caso de comunidades ibéricas, de las que reconocemos sus huellas en diversos lugares del entorno, pero de manera muy especial en el denominado "Cerro de la Horca", en Toya, cerca de Peal de Becerro, donde existe una de las necrópolis ibéricas más interesantes, no solo de la región, sino de la Península, por sus proporciones (superiores al resto de las sepulturas ibéricas conocidas), riquísimo ajuar y técnica arquitectónica. Esta necrópolis, muy bien estudiada, correspondería a un periodo comprendido entre los siglos V-II a.C.

Cuando los romanos se instalan en la Península, en el s. III a.C., denominaron a la cabecera del Guadalquivir Oretania y algunas de las ciudades oretanas mencionadas por el geógrafo griego Ptolomeo (s. I‑II d.C.) han sido identificadas como enclaves cercanos: así Tugia sería Toya, y Mentesa Oretana, probablemente la actual Santo Tomé. Sabemos que llamaron a la Sierra de Cazorla "Saltus Tugiensis" (bosque de Toya) y también "Mons Argentarius" (monte de la plata).

Aunque la Cazlona, Castalon o Castulona de los romanos no se corresponda con nuestra Cazorla, no es menos cierto que la arqueología ratifica el asentamiento romano en la zona, que deducimos de las de las fuentes romanas escritas. Así, numerosas lápidas funerarias, utensilios domésticos, monedas etc., han aparecido abundantemente en la zona, en la que aún perduran, por lo demás, valiosos restos arquitectónicos: citemos a modo de ejemplo las partes bajas del castillo de la Yedra y lo que algún día fue un posible ninfeo, en Cazorla, así como la villa romana de Bruñel (Quesada), a medio camino entre ambas ciudades, con bellos mosaicos polícromos, restos de casa residencial y basílica o aula tardorromana con doble ábside (siglos IV‑VI d.C. probablemente).

  Los visigodos

La presencia visigoda, pese a que a veces es difícil distinguirla de la fase final de la romanización, está constatada también doblemente: por fuentes arqueológicas y por fuentes literarias. De entre las primeras, amén de restos escultóricos y otros materiales de construcción dispersos y de menor importancia, existen, al menos, en la comarca vestigios de dos necrópolis dignas de mención. Una localizada en el ya conocido "Cerro de la Horca", cerca de Toya, en Peal de Becerro, en la que se excavaron (en los años 50 de este siglo) hasta 14 sepulturas de inhumación, simples, dobles y, en un caso triple. Su ajuar funerario (cuentas de collar de pasta vítrea y coralina, anillos de cobre, armas de hierro, ...) induce a pensar que corresponden al periodo de transición romano-visigodo y que pudieran corresponder a los primeros invasores germánicos. Otra podría identificarse con las sepulturas encontradas cerca de de Burunche (en los años 60), cuyos materiales y estructura responden a las características generales de la época.

Además existen noticias literarias contrastadas de la presencia visigoda para esta época en Toya. Por ellas se constata el asentamiento no solo de los visigodos, sino, también, la existencia en este lugar de una comunidad judía. El rey visigodo Sisebuto, a comienzos del siglo VII, dicta una serie de leyes contra las comunidades judías, como ya hiciera unos años antes (589) la Iglesia en el concilio de Narbona, que llegó a prohibirles, incluso, entonar cánticos en las calles durante los entierros, debiendo limitarse a acompañar al muerto «como establecían sus antiguas costumbres» (Canon IX: bajo pena de una multa de seis onzas de oro, pagaderas al comes civitatis). Las leyes de Sisebuto se dirigían principalmente contra las comunidades judías de la Bética, y así, en el año 612, renueva la prohibición de que los judíos tuviesen esclavos cristianos y para ello se dirige especialmente al clero de algunos lugares, entre los que se citan Aurgi (Jaén), Viatia (Beatia, Baeza) y Taggia (Tuggia,Toya).

Los árabes

La presencia e influjo árabes dejaron su impronta más inmediata en el sinuoso y angosto trazado, aún perceptible, de sus calles. Sin embargo los testimonios arqueológicos y las noticias escritas alusivas a la Cazorla islámica (llamada "Madinat Quasturra") no son proporcionales a su duración e intensidad. Erguido sobre el barrio antiguo, el Castillo de la Yedra conserva aún restos árabes y, cerca de él, la atalaya conocida como castillo de las Cinco Esquinas, si bien ésta, por su original planta pentagonal, podría tener un origen posterior. La información conocida sobre su entorno y la propia ubicación de la ciudad, rodeada de fértiles huertas y provista de abundante agua, inducen a pensar que sus soportes económicos debieron de ser, sobre todo, la seda ‑‑pues así ocurría en otros puntos del Jaén islámico con parecidas circunstancias geográficas‑‑, la apicultura y la horticultura, junto a la producción derivada de la riqueza forestal de la Sierra.


El adelantamiento de Cazorla (siglos XIII a XIX).

Cazorla alcanza su verdadera personalidad histórica en el siglo XIII, cuando Fernando III el Santo (1201‑1252) donó a la Iglesia de Santa María de Toledo, en la persona del arzobispo D. Rodrigo Ximénez de Rada, diversos lugares de la zona, aún en poder musulmán, para que fuesen conquistados por éste (Salamanca, 20 de enero de 1231). El batallador prelado no solo recuperaría esos lugares sino también un extenso territorio que, años más tarde, formaría la comarca histórica conocida como ADELANTAMIENTO DE CAZORLA, cuyos límites geográficos extremos fueron, por el N., Sorihuela del Guadalimar, y, por el S., la frontera con el Reino de Granada.

A lo largo de toda la Baja Edad Media y durante toda la Edad Moderna, el Adelantamiento de Cazorla (que comprendia, además de esta ciudad, La Iruela, Villanueva del Arzobispo, Villacarrillo, Iznatorafe o Sorihuela del Guadalimar) constituyó un feudo de la Mitra toledana. Ésta ejerció sobre él plenas facultades normativas (dictar leyes), judiciales y de gobierno, amén de otras de carácter militar. Así pues, los señores del Adelantamiento eran los arzobispos de Toledo, quienes, imposibilitados por sus ocupaciones pastorales para residir en él así como para administrarlo directamente, designaban un "adelantado" para que, en su nombre, se ocupara del gobierno de la comarca. La Iglesia toledana, a través del "adelantado", percibía también ciertas rentas y administraba justicia.

Retrato de Francisco de los Cobos, secretario de Carlos I y Adelantado de Cazorla

La importancia social y económica del cargo de "adelantado" atrajo el interés de algunas familias influyentes. Y así, en 1534, bajo las presiomes de Carlos V y con la lógica reticencia de la Iglesia toledana, fue nombrado Adelantado de Cazorla D. Francisco de los Cobos, Secretario del Emperador, quien posteriormente lograría (también con la intervención de Carlos V) que el cargo pasase como mayorazgo a sus sucesores, los Camarasa. Estos hechos provocaron un período de pugna por el señorío entre la Mitra toledana y los marqueses de Camarasa, conocido por los historiadores como el "Cisma del Adelantamiento", al tiempo que provocó la división de los cazorleños en dos bandos rivales, según las simpatías por uno u otro señor. Paralelamente a estos hechos, la Iglesia entabló pleito (1545) en defensa de sus legítimos intereses que concluyó muchos años más tarde (1606) en concordia y avenencia: la Iglesia obtuvo nuevamente su dominio sobre el Adelantamiento y los Camarasa recibían sustanciosas compesaciones económicas.

Como capital del Adelantamiento, y por tanto centro administrativo, Cazorla fue su núcleo más importante. Demográficamente conoció su apogeo en la segunda mitad del siglo XVI, en la que hubo de alcanzar muy probablementente los 10.000 hab. a lo largo de la última década, que se vieron reducidos en un 50% hacia los años finales del XVII y primeros del XVIII. Aquel nivel de población del XVI no volvería a conseguirlo hasta el siglo XX.

Edad Contemporánea (siglos XIX y XX)

El Adelantamiento, concluido el litigio con los Camarasa, prosiguió en manos de la Mitra toledana hasta el año 1811, en que las Cortes de Cádiz abolieron por decreto todos los señoríos, finalizando entonces el período de dominio eclesiástico nacido casi seis siglos atrás. Aún así, desde el punto de vista eclesiástico, el Arciprestazgo de Cazorla dependió del Arzobispado de Toledo (y no del Obispado de Jaén) hasta 1954, año en que pasó a la jurisdicción de la Diócesis provincial.

A lo largo del siglo XIX merecen destacarse tres aspectos de la historia local, tanto por su conexión con los acontecimientos del resto del país como por la trascendencia que tuvieron para Cazorla. El primero, la heroica resistencia que los cazorleños opusieron a los franceses durante la Guerra de la Independencia, que dio lugar a que se le otorgase el título de "Ciudad", con la distinción de "Muy Noble y Leal" (1813). Por otra parte la incidencia, importante sin duda, que tuvo el proceso desamortizador en nuestra ciudad y comarca (carente aún de un estudio profundo). Y finalmente el apoyo de la ciudad a la causa isabelina en las guerras carlistas, en las que hubo de soportar (1838) el asedio de las tropas legitimistas, relacionado probablemente con la insurreción carlista preparada ese mismo año en la Alpujarra y Granada, y que afectó a nuestra provincia de manera sangrienta. Los partidos de Cazorla y Segura de la Sierra sufrieron incursiones rebeldes, entre las que destaca por su dureza la capitaneada por Isidro Ruíz, alias "El Monjero".

Hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX, aparece Cazorla como una comunidad estancada y con fuerte matiz rural. De sus aproximadamente 6.000/8.000 hab., casi el 80% de la población activa, vivía de la tierra, cuya posesión, además, ofrecía fuertes contrastes. Poco más de la mitad pertenecía, en los años 30 de nuestro siglo, a escasos pero grandes propietarios. El resto se repartía entre explotaciones algo más pequeñas, otras medianas y, en fin, minifundios, predominantemente huertas con altos rendimientos. El sector secundario solo ocupaba poco más del 11 % de la población y se centraba en pequeñas industrias, predominantemente artesanales y productos de primera necesidad.

Similar peso tenía el sector terciario (un 11%) compuesto por funcionarios y demás personal que atendían los servicios derivados de su condición de cabecera de comarca y de partido judicial, así como de las explotaciones forestales de la Sierra, etc. Completaba este panorama socioeconómico, un 70% de jornaleros, con muy precario nivel de vida, que evidenciaba notables desigualdades en su estructura.

Bibliografía y Referencias:

Juan Antonio Bueno Cuadros, Cronista Oficial de Cazorla

  • AGUIRRE SÁDABA,E.J. y JIMÉNEZ MATA, Mª C., Introducción al Jaén islámico. (IEG./Diputac. Provinc. Jaén, 1979).
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  • AA.VV., Historia de Jaén, (Diput. Provincial y Colegio Universitario. Jaén, 1982).
  • GARCIA GUZMAN,Mª del Mar, El Adelantamiento de Cazorla en la Baja Edad Media (Univ. de Cádiz. Cádiz, 1985). ‑‑ La hacienda del adelantado don García de Villarroel en Anuario del Adelantamiento, núm. 29, Cazorla 1987.
  • NIEVES CARRASCOSA,J.E., Estructura socioeconómica de Cazorla hacia 1936, en Anuario del Adelantamiento, núm. 26‑27, Cazorla, años 1984‑1985.
  • POLAINO ORTEGA,L., Cazorla, su historia y las huellas de su historia en el Boletín de la Cámara de Cemercio e Industria de Jaén, núms. 20‑21, mayo de 1974.
  • RIVERA RECIO, F., El Adelantamiento de Cazorla. (Edit. Católica,. Toledo,1948).


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