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Leyenda de las Albarcas (Periana)

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Leyenda de las Albarcas (Periana)


El general y político Ramón María Narváez (Loja 1800-68) debido a los celos y rivalidad con Espartero, vino a dar con sus huesos a un cortijo situado en la puebla de Periana.
  Se cuenta que grandes bailes se celebraban cada noche en el Balneario de los Baños de Vilo, que por aquella época gozaba de gran prestigio y popularidad. Llegando tan gratas noticias a los oídos de D. Ramón se dispuso en compañía de su hija a asistir  a la velada.
  Con gran elegancia y pomposidad la hija del general se paseaba por el salón, entre ir y venir un mozo del lugar la invitó a bailar sin saber  de quién era la identidad de tan bella y delicada flor.
  La inexperiencia del muchacho y el inadecuado calzado “albarcas de esparto” hizo que un traspiés con el majestuoso vestido, pisara y rasgara tan delicada vestidura.

Todos los asistentes se quedaron gélidos al magnitud del suceso, conocida la fama de agresivo del general y todas las miradas se centraron en él.

  Con paso lento, mirada penetrante y observando detenidamente al muchacho se introduce la mano en el bolsillo del chaleco, todos los invitados dan unos pasos hacia atrás dejando al joven solo frente al general  y dice a la vez que extiende su mano:

¡Ten estas monedas y comprarte un calzado más adecuado para asistir al baile!

  Tomando del brazo a su hija  ruborizada por tan singular situación, pero de nuevo se dirige al mozo y con una enigmática sonrisa dice: 

-¡Mañana vuelves a bailar con mi hija! Con gran alivio y alegría continuo el baile. “Tan peculiar anécdota del paso por las tierras de Periana del general Narváez, se ha ido contando de padres a hijos hasta llegar a nuestros días. -¡Si vas a un baile no te pongas las albarcas... hijo!

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