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Leyendas de Santiago de Calatrava

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Leyenda de Lucía

En los anales eclesiásticos del Obispado de Jaén, se refiere a la relación de un prodigioso suceso que acaeció con una mujer de Santiago de Calatrava, llamada la cautiva de Jaén

De esta mujer tenemos noticias a través de varias fuentes. Por una parte, el Padre Fray Juan Lendines de Torredonjimeno, en el siglo XVIII nos da una versión. Por otra, del investigador tosiriano, Manuel Fernández Espinosa, y que situa el suceso en el año 1471 (siglo XV ), precisamente cuando la Crónica del Condestable Lucas de Iranzo, cita la entrada de la morisca en Santiago de Calatrava.

Dice así la leyenda:

Siendo el rey de Castilla Enrique IV, los moros de Granada hicieron varias incursiones sobre el Santo Reino de Jaén, talando los campos y desolando los pueblos a sangre y fuego, con mucho daño de personas y haciendas. Las correrías de los musulmanes flagelaban los poblados , incordiaban a sus moradores y amenazaban las murallas cristianas de la frontera. En una de ellas, los nazaries hicieron presa de una gran multitud de cristianos, llevándolos consigo a Granada como mercancía de esclavitud.

En la cuerda iba Lucía, una hermosa cristiana de cabellera rubia y de ojos azules. Vivía Lucia hasta la fatídica hora de su apresamiento en la Encomienda de la Peña de Martos. Llegado el contingente humano fue vendido. Un moro rico la compró y la violó; fruto de este vil acto Lucía quedó embarazada. La joven lloraba por no poder cristianizar al futuro niño y en el absoluto desamparo que quedaba postrada en el harén y alejada de su patria. Parió un hijo sano. Y una noche en la que aún convalecía del parto Lucia se adormeció y soñó que la mismísima María Santísima la tomaba en sus brazos con el niño en su regazo y la transportaba etéreamente hasta el Altar Mayor de la iglesia que había sido profanada de la Villa de Santiago de Calatrava: la bella señora la invitó a ofrecer su retoño al altar, y apareció Jesucristo ataviado con túnica talar y bautizó al niño. Sacándolo de la pila bautismal, la Madre de Dios, le impuso al niño el nombre de Mariano. Lucía se confortaba así en el sueño, pero cuando la joven madre desertó pudo darse cuenta que se encontraba realmente en la planta del templo de Santa María de la villa que la vio nacer.


El caballo blanco de Santiago

Leyenda de la aparición del caballo blanco de Santiago

Los visitadores freires de la Orden de Calatrava, de la Encomienda de Martos, perteneciente al Partido de Andalucía, constataron en el año de 1529 que existía en Santiago de Calatrava una gran devoción popular por San Sebastián, protector contra la peste, y que a su alrededor se había forjado una leyenda que con el tiempo ha ido cambiado de espacios y tiempos aunque el contenido es el mismo.

La última versión de la leyenda es del siglo XIX. En el año 1835 y curiosamente coincidiendo con una gran hambruna debido a la sequía y a una epidemia de peste, como apunta Juan Montijano Chica en el año 1959 que recoge esta leyenda con motivo de una conferencia que pronunció el por entonces Canónigo de la Santa Catedral de Jaén, y que ha sido preservada por la Junta de Gobierno que preside la actual cofradía de San Sebastián de Santiago de Calatrava, que preside Diego Arquillo Anguita. Es una tradición oral, esto es, no existe documento escrito sobre ella y que se ha perpetuado de generación en generación, y que F. Bruno , cura párroco de la villa en los años de 1940-41 recoge, comentando que ocurrió el suceso milagroso que hemos oído referir a una anciana de la localidad, y que ella refería al oír a su abuela, que vivía cuando este hecho portentoso y que hizo que el glorioso San Sebastián , fuese elegido por patrono (de Santiago de Calatrava) en memoria de tal suceso


La Leyenda

Cuenta la tradición que vivía en Santiago de Calatrava un labrador llamado Francisco Rubio, que servía en la finca de un poderoso hacendado llamado Laureano Zumaquero. Coexistían en Santiago de Calatrava dos facciones enfrentadas,y el campesino Francisco Rubio fue acusado por una vecina de la villa llamada Lorenza, de la que desconocemos otros datos, de haber quemado los almiares de Laureano. Francisco Rubio fue detenido y conducido a Martos, donde fue condenado a morir en la horca. Alegando inocencia Francisco pidió a los jueces permiso para volver a Santiago donde tenía las pruebas que lo absolverían. Se le dio indulgencia por tres horas; si al cabo de este tiempo no retornaba con las pruebas de su inocencia, la justicia lo buscaría para ahorcarlo. Francisco Rubio inició el camino andando, pues no tenía ningún otro medio de locomoción , y cuando arribó a Santiago estaba totalmente agotado; después de recoger unos documentos que necesitaba quiso cumplir su palabra ante los jueces, pero las fuerzas le fallaron y Francisco se sentó en la vereda del camino, exhausto, dándose cuenta que jamás podría estar en los tribunales de Martos en el tiempo señalado. Viéndose perdido se encomendó a San Sebastián, de quien era ferviente devoto (no es de extrañar si esta devoción tiene en la villa una antigüedad de casi 400 años), pidiéndole fuerzas para cumplir su compromiso. Entonces se le apareció un caballo blanco, que lo llevó volando hasta el juez mucho antes de cumplirse el plazo de la hora fatal.

El caso produjo un gran revuelo. Francisco Rubio pudo demostrar su inocencia, y Lorenza, arrepentida negó sus acusaciones. Francisco quedó libre de todos los cargos. En acción de gracias mandó edificar una ermita en el lugar donde ocurrió el milagro dedicada a San Sebastián, que se conservó hasta los días que cuenta el sacerdote F. Bruno. Éste dice también que fue construida la ermita en el solar que ahora ocupa el Colegio Público Santiago Apostol, el cual guarda una escultura de San Sebastián.

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