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Rosquillas de Alhama de Almería

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Artesanía popular:La rosquilla

Algunos días, hace años, el panadero hacía, con la misma masa del pan, unas rosquillas alargadas en forma de arco de violín que, por sinécdoque, se llamaban violines. Nada, caprichos de artesano o melindres de alguna vieja señorita del vecindario que no digería bien o que cuidaba la línea.

Y de pronto, un día, a mediados de los sesenta, un familiar, viajero o viajante, apareció con unos violines finísimos, cuscurrientes, con un cierto sabor al pan de aceite que se hacía sólo en fechas muy señaladas como Navidad o Semana Santa. Habíamos entablado contacto con las rosquillas de Alhama de Almería. Una cosa. Etéreas, crujientes, suaves, se comían solas.

Al pasar los años, las rosquillas de Alhama de Almería, disfrutan de un sólido prestigio, pero también de una amplia y lógica competencia: colines, picos, regañás.... y rosquillas de simialr aspecto que tratan de aprovechar el éxito de las alhameñas.

La dietética ha puesto de moda este tipo de pan sin miga, craso error. Un kilo de colines tiene más calorías que un kilo de pan, por la sencilla razón de que tiene menos agua por haberse cocido mucho más.

La Rosquilla de Alhama mantiene la primacía por la pureza de su fórmula en la que figura el glorioso aceite de oliva. No han caído en la fácil tentación de sustituirlo por aceites de semillas o por ese brumoso epígrafe de "grasas vegetales". Siguen incólumes a su lujoso aceite andaluz. Y sin aditivos más o menos naturales o artificiales.

Aunque los orígenes de las Rosquillas de Alhama se remontan a 30 años antes, la elaboración se hace desde 1971 en una fábrica con todas las de la ley, pero mantiene el mimo artesanal y la fórmula prístina.

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