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Historia de Moguer

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Historia de Moguer.

Los orígenes del poblamiento humano en Moguer se pierden en la lejanía de los tiempos y están rodeados de legendarias leyendas, como ocurre en toda la zona de la desembocadura del Tinto. Moguer, la antigua Urium de Ptolomeo y la Mogauar o Moquer árabe, es reconquistado por la Orden de Santiago en torno a 1240, pasando a la jurisdicción de dicha orden hasta que poco después pasase a depender del Concejo de Niebla (Huelva).

Castillo de Moguer.

En 1333, la aldea de Moguer se convierte en el primer señorío de la zona, al ser donado por Alfonso XI a Alonso Jofré Tenorio, Almirante Mayor de Castilla. Bajo este señor, Moguer pasa de ser una aldea a una próspera villa, puesto que al existente castillo almohade se unen como edificios notables el Convento de clarisas de Santa Clara y el de Franciscanos del Corpus Christi. Por uniones matrimoniales pasa la villa moguereña a depender de la casa de los Portocarrero, los cuales engrandecen la villa con la construcción del Convento de San Francisco en el siglo XV y la transformación del antiguo convento del Corpus en Hospital para Pobres.

Sería en torno a estas fechas cuando Moguer, convertida ya en una populosa villa marinera de cinco mil habitantes, participase de forma activa en el Descubrimiento de América, aportando parte de la marinería del viaje descubridor y una de las carabelas, la Niña, construida en los astilleros del puerto moguereño. Varias fueron las ocasiones en que las calles de Moguer vieron pasar por ellas al Almirante Cristóbal Colón, en busca de ayuda en el convento de Santa Clara, cuya abadesa Inés Enríquez, era la tía de Fernando el Católico. En su iglesia al regreso de América tuvo lugar el Voto colombino.

Durante el siglo XVI, la villa atravesó una época de prosperidad comercial con América, y serían numerosos los moguereños que participaron en el descubrimiento y evangelización de las nuevas tierras, tales como Bartolomé Ruiz, descubridor del Perú, o fray Antonio de Olivares, fundador de la ciudad de San Antonio de Texas.

El siglo XVII fue una época de penurias para la Monarquía Católica, y no pudo escapar de esta situación la villa moguereña, disminuyendo notablemente su población. No obstante, sería en 1642 cuando la trayectoria ascendente seguida por Moguer fue consagrada por la concesión del título de Ciudad otorgado por Felipe IV.

Vista desde Convento Santa Clara.

En 1755 tiene lugar el terrible terremoto de Lisboa, que causó enormes daños en la ciudad, de la cual tan sólo quedaron en pie los edificios más sólidos, como parte del castillo, el convento de Sta. Clara o la Capilla del Hospital. Por este motivo, se debieron reconstruir los edificios dañados, a veces restaurándolos, como el Convento de San Francisco, y otras veces levantando un edificio de nueva planta, como el edificio del Concejo, obra maestra del Barroco civil, o la magnífica parroquia de Ntra. Sra. de la Granada, de la cual se respetó su torre original del siglo XIV. El templo levantado, debido al incremento espectacular de población en el siglo XVIII, se agrandó hasta adquirir proporciones catedralicias, con cinco naves, siendo la central más alta y ancha que las cuatro laterales. Los servicios a la Corona en tiempos de guerra contra Inglaterra hicieron posible que en 1779 Carlos III concediese a la Ciudad de Moguer los títulos de "Muy Noble y Muy Leal".

Ya en el siglo XIX, la ciudad de Moguer disputó la capitalidad de la provincia a la vecina Huelva, que finalmente salió victoriosa. En 1881, el día 23 de diciembre, nace en la casa número 1 de la calle de la Ribera, en Moguer, el gran poeta universal Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura en 1956. Gracias a él, Moguer se hace mundialmente conocido a través de su obra "Platero y yo".

En el siglo XX, la prosperidad económica de siglos anteriores debido al cultivo de la vid se ve frustrada por la plaga de la filoxera, en los inicios de la centuria. La pérdida de población se hace desde entonces imparable hasta el desarrollo industrial de Huelva en los años sesenta y, fundamentalmente, hasta la implantación de los cultivos de fresa en los años 70 a manos del empresario sevillano Antonio Medina Lama, siendo hoy en día Moguer uno de los principales productores freseros de España.

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